SIERRA DA GROBA, EL CABALLO SALVAJE Y LA RAPA DAS BESTAS
FOTO: Laureano Gómez
La Serra da Groba, en Galicia, es un ecosistema montañoso con una biodiversidad única que incluye una importante concentración de caballos de raza gallega en libertad. Además de los caballos, destaca su sistema hídrico con turberas, lagunas y matorral atlántico, así como su flora y fauna autóctona.
Estos montes, formados hace 325 millones de años, y habitados desde hace siglos, comprenden cinco ayuntamientos de la región del Bajo Miño, al suroeste de Galicia: Baiona, Gondomar, Oia, La Guardia y Tomiño.
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Aún lamida por la erosión, la Groba se eleva agreste justo frente al Atlántico, generando un desnivel de más de 500 metros. Este paraje, bello y duro a la vez, es el hogar para aproximadamente 1.300 caballos bravos o, como los llaman los lugareños, Garranos.
Con una complexión más pequeña, de una subespecie atlántica, pero adaptada a las condiciones de vida, los equinos limpian y desbrozan unos montes que, en parte debido a la disminución de ejemplares, sufren cada temporada incendios más y más devastadores.
Este paraje natural de gran valor impacta al visitante por su fauna, flora y patrimonio cultural y artístico ya que también alberga una rica biodiversidad con una gran variedad de especies de fauna y flora autóctona, algunas de ellas en peligro de extinción y otras ya han desaparecido definitivamente, como es el caso del lobo Ibérico.
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Aquí confluyen todo tipo de sentimientos y sea cual sea el motivo de conocerla nadie se escapa de su influjo mágico. Una de las cosas más curiosas, es que estando arriba, en una de sus cimas, hay unos grandes llanos y considerables rectas que nos da la sensación de que no estamos en una cima de un monte y tiene un clima cambiante que ha condicionado la actividad humana como el principal factor moldeador del paisaje.
La Serra da Groba es un referente para Galicia y el mundo entero puesto que tiene:
- NR1: El 90% de todos los Anfibios que existen en Galicia.
- NR2: Tiene el 60% de los Reptiles que hay en Galicia,
- NR3: Tiene el 35% de las Aves de Galicia.
- Tiene una de las poblaciones de caballos salvajes más antiguas del mundo.
- Dispone de un patrimonio cultural-artístico incalculable

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Durante todo el año, los caballos pastan libres por los montes, alimentándose de tojos, retamas (xestas, en gallego) y demás vegetación. Huyen del contacto con el hombre y nada ni nadie les molesta en sus quehaceres, pero hay un día, uno al año, en el que sus rutinas se ven totalmente alteradas: el día en el que se celebra el curro, popularmente llamado a rapa das bestas.
Los curros forman parte de la historia de Galicia y son miles de personas las que cada verano se concentran en las montañas de Galicia, presenciando las fiestas dedicadas al mundo del caballo salvaje.
FOTO: Laureano Gómez
Aunque el más conocido es el de Sabucedo, en la provincia de Pontevedra se celebran muchos otros curros. En la Groba hay tres principales: el curro de Valga, en el que generalmente participan más personas; el de Torroña, donde mueven más caballos, cerca de 500; y el de Mougás, uno de los más típicos.
Pero también están el de San Cibrán o el de O Galiñeiro, el más pequeño, donde tradicionalmente las garranos eran mejores por el tipo de pasto de la zona y donde los nuevos cercados han reducido considerablemente el libre paso de los animales, impidiéndoles el acceso a los buenos pastos.
FOTO: Laureano Gómez
Los curros tienen tres funciones principales: catalogar, rapar y desparasitar a los caballos. Durante el año, nacen nuevos equinos a los que se les tiene que colocar un microchip y marcar para saber a quién pertenecen.
Además, para que no sufran con el aumento de temperatura, los ganaderos les cortan el pelaje, las crines, y les rocían con un líquido desparasitante. Según Eva Cobián, veterinaria presente en el curro de Mougás, los caballos “sufren muchas enfermedades debido a las garrapatas”.
Estos parásitos se unen a los cuadrúpedos en las zonas de más fácil acceso a la piel, generalmente entre los muslos y la cola. “Tenemos casos de gripe hemorrágica Crimea-Congo, por eso estamos sacándoles sangre y analizándola. El problema está en que muchas enfermedades que les transmiten las garrapatas son contagiosas y mortales para los humanos, como esta gripe”, aseguró Cobián.
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¿En qué consiste un curro?
Los días previos a la realización del curro los ganaderos efectúan batidas por la sierra para buscar y juntar a los caballos. Utilizando latas, sin líquido, pero con un par de piedras para que resuenen al agitarse, ahuyentan a los equinos en la dirección que les interesa, hasta que consiguen concentrarlos en los alrededores del curro.
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Una vez reunidos, separan a las hembras y sus crías de los machos. Estas entran por la mañana en el cerco del curro, para poder identificar bien a los nuevos ejemplares. Después de comer los machos entran también. Es a partir de este momento cuando empieza la lucha, pero una lucha sin abuso, sin humillación.
Los ganaderos concentran a todos los animales en un redil aún más pequeño dónde sacan uno a uno. Cada ganadero busca sus caballos, los reconocen por el pelaje, por las marcas…, detalles que parecerían insignificantes entre el mar de crines, pero ellos saben perfectamente de quien es cada garrano.
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Los equinos se arremolinan y encabritan tratando de escapar, aquí es donde los animales padecen estrés durante todo el proceso, pero los ganaderos intenta ahorrarles todo el perjuicio posible.
Las crías pasan todo este tiempo separadas de sus madres. Las concentran en un cerco diferente. Para tratar con ellas no necesitan palos ni lazos. Las cargan al peso y las acercan a una lumbre donde tienen una veintena de hierros calientes: las marcas de cada ganadero.
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Sujetándolas con fuerza entre varios se produce el marcaje. Estos garranos jóvenes se intentan librar, se retuercen y cocean, pero el hierro ardiente acaba irremediablemente grabado en su piel. Humo y olor a carne quemada es lo que queda después.
Rápidamente les echan un líquido para hacer que les cure lo antes posible la herida y empieza la rapa. Atados, tanto a adultos como a jóvenes, les recortan la cola, la crin, los mechones de la frente y hasta el pelo del hocico. Después, un veterinario, si es necesario, les inyecta las vacunas que necesite cada ejemplar y les rocían un líquido desparasitante.
Aquí termina a rapa das bestas de este año. El público va abandonando lugar y los animales vuelven a la libertad hasta el próximo año.
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